En primer lugar laminamos los ajos y picamos la guindilla finamente (si no te gusta muy picante deja la guindilla entera) y los sofreímos en un poco de aceite de oliva muy caliente hasta que veamos que el ajo empiece a dorarse. Es importante no dejarlo demasiado tiempo, ya que se nos podría quemar el ajo, dando un mal sabor a nuestras gambas.
Agregamos las gambas, salpimentamos al gusto y las cocinamos hasta que estén listas (2 minutos aproximadamente).
Servimos bien calientes junto con el jugo que han soltado y el aceite.
Notas
Yo he utilizado gambas congeladas aprovechando que ya las tenía en casa pero, si lo prefieres, puedes comprar gambas frescas y pelarlas tu mismo, la elaboración será la misma.