Llegar el verano y buscar frescura es todo uno. Cuando los mercurios no dan tregua, los refugios climáticos se convierten en grandes aliados, aunque no solo de aire acondicionado vive el hombre. Comidas más suaves o postres más cítricos contribuyen a aliviar las temperaturas, aunque no son los únicos. También cambia la manera en que disfrutamos el vino. Es en esta época cuando los vinos fríos y vibrantes se convierten en los más buscados. Y no es casualidad. Su origen en regiones de clima más fresco les otorga cualidades que los hacen irresistibles cuando el sol aprieta.
Frescura, acidez natural, alcohol moderado y una expresión aromática limpia los convierten en una excelente alternativa para el verano. Ya sea en una terraza frente al mar, en una barbacoa en el jardín o en una cena ligera entre amigos, los vinos de verano y vinos fríos tienen todo para acompañar los mejores momentos de la temporada.
La frescura natural del clima frío
Las regiones vitivinícolas más frías, como Alemania, Borgoña, Nueva Zelanda o el norte de Italia, ofrecen condiciones ideales para que la uva madure lentamente, conservando su acidez natural y evitando la sobrecarga de azúcar que produce vinos más pesados. Esta acidez en el vino es lo que lo hace refrescante y -ya sea un vino tinto o un vino blanco– cuando se bebe bien frío, esa sensación se intensifica aún más, convirtiendo cada sorbo en una bocanada de aire fresco. Pero ¿Cuáles elegir?
Blancos vibrantes para tardes luminosas
Entre las opciones más atractivas para los días calurosos destacan los vinos blancos fríos. Variedades como Sauvignon blanc, Riesling o Chardonnay de clima frío entregan perfiles cítricos, notas de frutas blancas y una mineralidad marcada que marida a la perfección con comidas ligeras, mariscos o ensaladas de verano.
Un vino blanco de verano como el riesling alemán, por ejemplo, ofrece una explosión de frescura con toques de manzana verde, lima y flores blancas. Por su parte, el sauvignon blanc neozelandés, con sus notas de maracuyá, pomelo y hierba recién cortada, es casi una limonada sofisticada para adultos. Ambos pueden acompañar ceviches, sushi o una tabla de quesos frescos.
Tintos ligeros, también en verano
Aunque el calor parece empujar al vino tinto fuera de escena, hay opciones especialmente interesantes cuando se sirven frescas. La clave está en elegir un vino tinto frío, ligero en cuerpo, bajo en taninos y con buena acidez. Y aquí es donde entra en juego la estrella indiscutible del verano tinto: la variedad Pinot Noir.
En climas fríos, como en la Borgoña francesa o en el Valle de Casablanca en Chile, la pinot noir se expresa con suavidad, aromas de cereza, fresa y un toque terroso que la hacen perfecta para servir ligeramente refrigerada. Acompaña muy bien platos como pollo a la parrilla, atún sellado o incluso una pizza margarita.
Beber vinos de verano y vinos fríos no es solo disfrutar de una copa, sino también del entorno y el momento. Picnics, comidas al aire libre, escapadas a la playa… Servidos en copas adecuadas y a la temperatura correcta, realzan cualquier experiencia. Este verano, dale una oportunidad al vino blanco frío o al vino tinto frío. Tu paladar -y el termómetro- lo agradecerán.